![]() Aclaración: Antes de empezar quiero hacer una aclaración. Soy consciente de que la palabra "marcial" quiere decir proveniente o pertinente a Marte, el dios de la guerra. Pero en este artículo usaré el término refiriéndome al enfoque en el conflicto físico. Refiriéndome a un tipo de karate, que no se enfoca en competir y ganar medallas, pero se enfoca en como salir ileso de un conflicto físico. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- El Karate deportivo perdió su lugar en las olimpiadas. Y desde entonces, el debate ha arrasado en las redes sociales. Por una parte están aquellos que apostaron al karate deportivo y que se ven defraudados por una decisión que les parece injusta, arbitraria y basada en elementos que poco o nada tienen que ver con criterios deportivos y que se rigen más por los intereses económicos y de marketing que en los ideales olímpicos. Por otro lado estamos aquellos que nos alegramos de que el karate no quede atascado en el entarimado económico/deportivo de la maquinaria olímpica. El ala deportiva del karate, siente esta posición como una falta de respeto a los deportistas que ahora se quedan sin la escena olímpica (y los fondos económicos correspondientes) donde cosechar laureles y gloria. Se quedan sin el pináculo de su carrera deportiva. La verdad es que no se trata de eso. Hasta el más acérrimo oponente al karate deportivo, debe admitir las cualidades atléticas y técnicas de la élite del karate deportivo. Exponentes como Rafael Aghayev y Luigi Busa pueden ser consagrados como el Messi y el Cristiano Ronaldo del karate deportivo. La crítica que nosotros le hacemos al karate deportivo no es con la intención de menospreciar el esfuerzo, el trabajo y el sacrificio de sus atletas. Nuestra crítica tiene principalmente dos áreas de enfoque. Una de base, pertinente a la raíz de los principios fundacionales del Karate Do y la otra es metodológica, pertinente a la concepción marcial del karate do. Pero vayamos por partes. Porque en realidad, la discusión de fondo es sobre lo qué entendemos cuando decimos karate do. Yo estoy absolutamente convencido de que el término evoca significados radicalmente dispares en la cabeza de los proponentes de uno y otro bando. No estoy en condiciones de decir que es lo que entienden los exponentes del karate deportivo cuando hablan de karate do y karate tradicional. Y dentro de los que se oponen al karate deportivo hay varias visiones diferentes de lo que es y debería ser el karate. Pero creo que lo que escribo en este texto representa de forma general nuestra posición, más allá de matices conceptuales. El tema es que los términos karate do y karate tradicional ya están tan desgastados por su mal uso y abuso que han quedado despojados de sentido. Gerardo Balves sensei del Kyudokan, utiliza el término karate original, refiriéndose a aquellas tradiciones de Okinawa que tienen un enfoque marcial del karate. Esta es una definición muy certera, pero que tiene la desventaja de desconocer los millones de practicantes que provienen del karate japonés y que ven en sus sistemas, sistemas que tienen el potencial de ser igual de marciales e igual de eclécticos que el karate de Okinawa. Partiendo de una misma base, pero también nutriéndose de una herencia marcial diferente, pero de igual profundidad. Por eso, con el afán de incluir a todos los que ven al karate como un sistema marcial de autodefensa y no como un deporte de combate, utilizaré en este texto el término karate aplicado. No es que los que tenemos esa visión del karate hayamos renunciado a los principios filosóficos y éticos del karate do. Tampoco intentamos romper con la tradición que nos une a los maestros de antaño. Al contrario! Para nosotros el karate aplicado es un intento de reafirmar tanto los principios filosóficos y éticos de nuestro Budo, así como de rescatar la esencia marcial de las fauces de la pauperización técnica, filosófica, metodológica y por ende marcial a manos del karate deportivo. ¿A qué me refiero en concreto al afirmar esto? Nosotros vemos el karate como una corriente perteneciente a la tradición del Budo. El ideograma “BU” es muy específico al definir la cualidad marcial de sus disciplinas. El ideograma está compuesto de dos partes, una de las cuales significa detener y la otra está conformada por dos bardas cruzadas. La connotación es clara: detener el uso de las armas, detener el conflicto. Esto ya condiciona al karate como una disciplina marcial y que por consiguiente debe ocuparse con el conflicto humano, pero con la condición ética, de que su fin es detener el conflicto. De ahí que nuestro karate tenga como objetivo supremo, la forja del carácter de sus practicantes. Buscamos forjar personas de bien, fuertes y empáticas, porque para detener un conflicto es necesario partir de una posición de fuerza. Sin habilidad marcial, sin potencialidad destructiva no hay capacidad de acción. Por eso forjamos nuestras armas y nos perfeccionamos en su uso. Sin capacidad marcial no hay paz. A la misma vez forjamos el carácter empático, responsable y justo, necesario para imponer la paz y defender al débil. El karate estudiado y practicado así trasciende el ganar o perder. Sólo se ocupa de tener la conducta correcta, en el momento correcto y en el lugar correcto. Más allá del resultado, las consecuencias o lo que puedan decir otros. Hay una foto famosa de la Alemania nazi, donde Hitler visita una fábrica. En la foto aparece rodeado de cientos de obreros con el brazo en alto, captados por el fotógrafo en el justo momento en que gritaban Heil Hitler a todo pulmón. Pero entre la masa de hombres exaltados por la presencia del Führer hay uno que no saluda, que no grita. De brazos cruzados, entrecejo cerrado y mandíbulas apretadas, guarda silencio. Ese hombre de agallas inauditas es para mi un ejemplo perfecto de la fortaleza de carácter y principios que busca el karate do. Esto está en directa contradicción a lo que propone el karate deportivo. El karate deportivo sólo se centra en perder o ganar. Como premio por tus esfuerzos propone la hipertrofia del ego y la adulación de los demás. Fama y gloria. Aunque solo sea entre los practicantes de karate deportivo. Cosas que poco o nada tienen que ver con el karate como Budo. Este tema lo expresó de forma ejemplar Luigi Busa festejando su victoria sobre Rafael Ahgayev y coronándose campeón mundial bailando gangnam style sobre el tatami, frente a su oponente y frente a los oficiales del torneo. No lo digo yo. Está en YouTube. Si el campeón mundial, el máximo exponente se comporta de esa manera, ¿Que se puede esperar del resto? ¿Qué valores denota este comportamiento? ¿Cómo es posible hablar de karate do, desde esta perspectiva? Lo impresionante también y sintomático de los valores del karate deportivo, fue la total falta de reacción de los jueces. El que calla otorga y esto sirvió para cimentar una vez más, el carácter superficial y competitivo del karate deportivo. Pero nuestras diferencias no terminan ahí. Porque nos separa un abismo metodológico. El karate, desde nuestra perspectiva, viene definido por el universo técnico, táctico y estratégico sintetizado en los katas. Del kata surge nuestro repertorio técnico, nuestro bunkai y nuestras diferentes formas de kumite. El kata define qué técnicas usamos, cómo las usamos y cuándo las usamos. Por lo tanto, el kata define también qué métodos usamos para facilitar los atributos técnicos y físicos necesarios. Nuestra práctica se basa por ende en enraizar con el suelo, entrenar con impacto, trabajar a distancias reales y con intención real. Nosotros buscamos dominar y manipular al oponente a todo nivel, ya sea estructural, en el tiempo o el espacio. En cambio, lo que define los parámetros técnicos y por ende metodológicos del karate deportivo, es el reglamento de la WKF. Que dá puntuación y que no dá. Incluso, el reglamento imprime su hegemonía de forma tan absoluta, que premia parámetros técnicos tan diferentes entre el kumite y el kata, que son absolutamente incompatibles entre sí. Es imposible hacer kumite deportivo con el repertorio técnico y las características específicas que definen una buena técnica en el kata (según el reglamento WKF). Y también es imposible puntear haciendo kata con las características técnicas que se premian en el kumite deportivo. Pero el tema va todavía más allá. Porque los elementos tácticos premiados vienen condicionados por las técnicas permitidas por el reglamento y las formas de ejecución que son premiadas. Esto a su vez condiciona los atributos físico/motrices que el atleta debe cultivar para poder ganar:
Esto es fácilmente comprobable. Basta con solo golpear una Makiwara o un saco de arena utilizando el espectro técnico que se premia en la competición de kata para comprobarlo.
Esto condiciona los patrones de movimiento del atleta a patrones de movimiento donde el atleta tiene una relación muy superficial con el suelo y está en constante movimiento. Esto a su vez condiciona los métodos de entrenamiento destinados a cultivar los atributos físico/motrices necesarios. Y como podemos ver, estos atributos técnicos, físicos y motrices son muy diferentes a los que se cultiva cuando la práctica del karate está centrada en su aplicación marcial y definida técnicamente por el estudio del kata. Entonces por un lado tenemos un karate regido y definido por un reglamento de competencias deportivas, donde la actividad está volcada a generar un efecto en el observador: Es decir los jueces, ya sean estos de kata o kumite. Y el suceso o fracaso del competidor puesto a la merced de la subjetividad de esos jueces. En este karate, lo que se hace en kata no es aplicable al kumite. Es una práctica fracturada que requiere atributos opuestos entre kata y kumite. Por el otro lado tenemos una práctica integral, donde toda la metodología de trabajo va dirigida a la subjetividad del practicante y su experiencia empírica contrastada con la realidad en toda su gama de expresión y estudio: Bunkai, kumite, kotekitae, kakie, makiwara, etc. Somos dos disciplinas diferentes. Con: Objetivos diferentes. Metodología diferente. Principios y filosofías diferentes. Entonces queda en claro que nuestro problema no es con el karate deportivo. Cada uno que haga lo que mejor lo satisfaga. Nuestro problema radica en la falta de diferenciación terminológica y la auto adjudicación de un término, que en el mejor de los casos debería acoger a todas las vertientes del karate y por lo tanto no ser utilizada sobre una forma específica. Los torneos y campeonatos no son denominados torneos de karate deportivo. Son denominados torneos de karate. Los campeones, no son campeones de karate deportivo, son campeones de karate. El término de campeón seguido de la palabra karate es una aberración. No se puede ser campeón de una filosofía de vida. Si aplicas la filosofía, si transitas el camino, ya lograste el objetivo. No se puede competir, porque estamos hablando de términos absolutos. O estás en el Do o no lo estás. No se puede competir a ver quien transita mejor el camino. Por eso te digo hermano deportista. No te aflijas por solo tener una aparición en las olimpiadas. Desde el punto de vista deportivo no le aportó mucho al Judo y al Taekwondo lo destrozó. Solo te pido que seas sincero al presentar tu trabajo y tu esfuerzo. Preséntalo como lo que es: Un deporte de combate. Nada más y nada menos. Jorge F. Garibaldi 7mo dan Sekishin Karate Jutsu
3 Comments
Jorge Fernando Garibaldi
12/26/2020 20:02:37
test
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Daniel Alvarado
12/26/2020 20:59:05
El Karate WKF se ha alejado demasiado del karate antiguo, tanto que se ha convertido en una versión light del Taekwondo (que irónicamente viene del karate).
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12/27/2020 12:57:27
Completamente de acuerdo sensei.
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AuthorJorge F. Garibaldi Archives
December 2020
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